Hace aproximadamente dos mil trece años (días más, días menos),
un personaje llamado Jesús, vivió, como resultado de sus creencias, un “castigo”
ejemplar que consistía en la crucifixión. Por si esto fuera poco, para llegar
al lugar donde seria crucificado tuvo que andar todo el camino con su cruz a
cuestas y sufriendo maltratos y abusos.
En lo que conocemos como “viernes santo” recordamos estos
eventos, algunos con una devoción total y otros como una simple tradición.
Este año me toco experimentar de cerca, como se vive esta pasión,
como las personas de mi comunidad recuerdan estos eventos y eh aquí lo que descubrí:
Nos tomó aproximadamente tres horas recorrer todo el camino
programado para el viacrucis, (mismo que en circunstancias normales, me tomaría
recorrer una media hora) Había mucha gente, como es común en este tipo de
eventos. Señoras de la tercera edad acompañadas de sus nietos y varios jóvenes que,
sin despegarse de sus celulares, cantaban y rezaban con sus más melodiosas
voces.
Pero lo que me llamo la atención no fueron esos fieles, sino
aquellos que, además de los obligados cantos, iban pregonando todo tipo de artículos
en venta que llevaban consigo. Durante todo el camino uno podía disfrutar desde
una botella de agua, pasando por un obligado “Bon-Ice”, hasta un tamal de pollo
(rojos y verdes a $10) con todo y platito de unicel.
Las ventas estaban a todo lo que daban, y no era impropio notar a un caminante, darse un pequeño descanso y refrescarse con una siempre deliciosa coca-cola.
Las ventas estaban a todo lo que daban, y no era impropio notar a un caminante, darse un pequeño descanso y refrescarse con una siempre deliciosa coca-cola.
Así pues llegamos al final del recorrido, exhaustos, sudorosos
y cansados (y bien alimentados en algunos casos). Culminando el evento en una
sencilla celebración de Fe y con la siempre practica recomendación eclesiástica:
“amaos los unos a los otros”.
Con renovados votos con mi religión (aja…) di por concluido
el recorrido, y después de revivir por tres horas el sufrimiento que aquel
personaje llamado Jesús sufrió vino a mi mente una sola pregunta llena de reflexión
y sabiduría…
¿Por qué diantres no lleve dinero para comprarme una coca y
un tamal?

