La invitación para el evento que se llevaría a cabo ese día,
había sido de boca en boca, solo un
puñado de gente tuvo la oportunidad de estar presente durante el primer día de
actividades. De modo que, al llegar al lugar, solo unos cuantos espacios
estaban ocupados.
El ambiente era de meditación y murmuraciones, los ya
presentes se limitaban a levantar las cabezas solo para tomar nota de aquellos
que llegaban después a la cita. Saludamos
a nuestra anfitriona, cuyos ojos
emanaban dolor y tristeza; No era para menos, pues aquella cita nos reunía por una pena tan grande que se tiene que
enfrentar en grupo, no en soledad.
Una vez encontrados los asientos que nos resguardarían unas
cuantas horas, y habiendo saludado a
cuanta celebridad se encontrara presente, entramos en etapa de murmuración, al igual que el resto de
los presentes.
Después de un rato, alguien pidió nuestra atención, era una persona con un libro en la mano, que narro una historia con un tema similar al que nos había reunido aquella noche…
Después de un rato, alguien pidió nuestra atención, era una persona con un libro en la mano, que narro una historia con un tema similar al que nos había reunido aquella noche…
La historia que aquel hombre narraba, tenía un trasfondo de
alivio y consuelo que otras palabras no hubieran podido dar. Al finalizar su
discurso el silencio reino en el lugar, pues un aplauso enérgico se vio
obligado a callarse debido al protocolo.
Después de unas horas, los invitados comenzaron a retirarse,
uno a uno volvían a mostrar el apoyo a la anfitriona, quien ahora se veía más
serena… quizá su dolor seguía intacto dentro de ella, pero ahora sabía que no
se encontraba sola.
Para nosotros el sepelio había terminado por hoy…
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