03 mayo 2013

La sal de la vida


El otro día escuchaba en las noticias una nota acerca de las desventajas a la salud que produce el uso de la sal; Incluso, algunos restaurantes quitarían los saleros de sus mesas con la intención de que los comensales hicieran conciencia sobre su uso.

Días después de eso, mientras comía en un restaurante, sentí la necesidad de ponerle sal a mi platillo (en ese restaurante aun había saleros en la mesa) lo hice aun sabiendo de aquella noticia, y plenamente consciente de los posibles efectos que su uso continuo me dejarían.
Sin embargo, sin sal mi comida sabia tan simple y aburrida, no era un golpe de sabores a mi boca, mucho menos un momento agradable y suculento que valiera la pena para mi.


Con esta serie de eventos pensé en lo aplicable que es esto a la vida diaria. Todo el tiempo tenemos situaciones que nos afectan, nos dan problemas o nos sacan de nuestra “zona de confort”  y aunque nosotros mismos tratemos de “evitarlos” realmente no deberíamos sacar esos complementos de nuestra vida. La vida se tornaría simple y aburrida sin esos problemas que nos motivan a superarnos y a tener objetivos de vida.

Termine mi comida con una buena dosis de sal (¡al diablo la salud!) disfrute mucho mi momento, pague y me retire del lugar. Sin duda alguna había tomado la decisión correcta.
Así que la próxima vez que vayan a comer  recuerden un poco de estas palabras, reflexionen y piensen un momento:

¿Qué tanta sal le quiero poner a mi vida?


1 comentario:

Gachucornio dijo...

Mucha sal también puede amargar la vida. Just saying.