El otro día mientras aproveche
una salida del hogar para hacer varios trámites, me dispuse a buscar un avión a
escala (si, los colecciono). Tocaba el turno de un modelo F-14 edición Vandi One (Black Bunny para los cuates)
Legué al puesto de revistas donde
usualmente lo compro y para mi suerte al señor ya se le habían agotado. Me dispuse
a hacer otros asuntos y después pasar a otro puesto de revistas a probar
suerte.
“No joven, ya se lo llevaron” fue
la respuesta del voceador. Llegando a este punto ya comenzaba a preocuparme pues
aparentemente era un modelo solicitado y corría el riesgo de no encontrarlo.
En un intento de dar con el avión
a como diera lugar, me aventuré a ir mas al centro de la ciudad, donde hay un
puesto de revistas usualmente muy surtido. Llegue y ¡oh sorpresa! Ya no tenían ese
modelo. Sin embargo el señor en un movimiento de ventas muy profesional me
dijo: “si me espera, ahoritita [sic] se lo consigo”
Durante no más de cinco minutos,
el señor estuvo haciendo muchas llamadas y yo esperé pacientemente. Pasado ese
tiempo llego una joven muy agitada (su hija, supe después) con el solicitado
modelo. Tras una revisión exhaustiva superficialmente, pague por él.
Entre la plática salió que el
señor estaba muy al tanto de la colección y que sus clientes le pedían de dos o
más modelos. Y aquel que me llevé, estaba apartado pero él se encargaría de
resarcirlo.
Ser coleccionista no es un
pasatiempo económico, pero sí muy entretenido. Desde intentar conseguir los
modelos, abrirlos (algunos) y exhibirlos para admirarlos. Todo el proceso se
vuelve adictivo y cuando menos te lo esperas pasas de “solo quiero uno” a decir
“¿cuando sale el siguiente modelo?
¿Ustedes coleccionan algo? Let me know!
