24 julio 2020

Sigue al conejo negro


El otro día mientras aproveche una salida del hogar para hacer varios trámites, me dispuse a buscar un avión a escala (si, los colecciono). Tocaba el turno de un modelo F-14 edición Vandi One (Black Bunny para los cuates)

Legué al puesto de revistas donde usualmente lo compro y para mi suerte al señor ya se le habían agotado. Me dispuse a hacer otros asuntos y después pasar a otro puesto de revistas a probar suerte.

“No joven, ya se lo llevaron” fue la respuesta del voceador. Llegando a este punto ya comenzaba a preocuparme pues aparentemente era un modelo solicitado y corría el riesgo de no encontrarlo.

En un intento de dar con el avión a como diera lugar, me aventuré a ir mas al centro de la ciudad, donde hay un puesto de revistas usualmente muy surtido. Llegue y ¡oh sorpresa! Ya no tenían ese modelo. Sin embargo el señor en un movimiento de ventas muy profesional me dijo: “si me espera, ahoritita [sic] se lo consigo”

Durante no más de cinco minutos, el señor estuvo haciendo muchas llamadas y yo esperé pacientemente. Pasado ese tiempo llego una joven muy agitada (su hija, supe después) con el solicitado modelo. Tras una revisión exhaustiva superficialmente, pague por él.

Entre la plática salió que el señor estaba muy al tanto de la colección y que sus clientes le pedían de dos o más modelos. Y aquel que me llevé, estaba apartado pero él se encargaría de resarcirlo. 

Ser coleccionista no es un pasatiempo económico, pero sí muy entretenido. Desde intentar conseguir los modelos, abrirlos (algunos) y exhibirlos para admirarlos. Todo el proceso se vuelve adictivo y cuando menos te lo esperas pasas de “solo quiero uno” a decir “¿cuando sale el siguiente modelo?

¿Ustedes coleccionan algo? Let me know!

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