14 mayo 2012

El Santo Grial


I
Para el profesor Andrés Uribe Alpizar, aquella mañana no seria muy distinta a otras que había tenido ya durante sus muchos años como maestro, con algo de indiferencia eligió su  vestimenta para el resto del día, tomo dos tazas de café negro (con el paso del tiempo las tazas se hacían cada vez mas pequeñas y una ya no parecía satisfacer ningún antojo) y se dispuso a navegar un rato por el interminable mundo de la internet.
Después de unas cuantas publicaciones sobre los “derechos de los zurdos”, el profesor Andrés se disponía a culminar sus horas de ocio cuando decidió publicar un mensaje un tanto críptico para un mentado plumífero de lisura conocida: “prepárense, por que hoy hablaremos sobre el santo grial”. Con la soltura de quien dice “buenos días” envió el mensaje sin mas ceremonia. A muchos kilómetros de aquel lugar, dicho mensaje le cambiaria la visión a un disque-aspirante a profesor.
II
Sin entender  del todo como se podían relacionar el santo grial con los enfoques de enseñanza, aquel “estudiante” ( para efectos prácticos nos referiremos a el como “alumno”) quedo intrigado, y no solo por esa falta de relación, sino por la eliminación de aquella brecha que desde los tiempos de los borradorazos en las puntas de los dedos y los reglazos, ha existido siempre en la relación alumno-maestro , la soltura de aquel mensaje había causado tal expectación por una clase como jamás en su vida había sentido. No había ningún profesor logrado tal efecto en casi 20 años de vida escolar y las cosas estaban por cambiar.
III
De camino a la universidad, listo para iniciar un nuevo semestre con jóvenes-no-tan-jóvenes, el profesor Andrés  se topo con  12 semáforos, de los cuales 7 estaban en un color ámbar parpadeante para el momento en que los cruzo y enfrento hordas de vendedores callejeros (incluidos limpiaparabrisas y bailarines de break-dance) todo sin que afectara su horario habitual de clases.
Después del saludo a las autoridades pertinentes dentro de la institución (en aquellos ayeres se hablaba de un ser de tendencias etílicas conocido por generaciones como “Delfi”) se dispuso a entrar al salón de clases, dentro del cual se escuchaba el clamor inquieto de aquellos que gozan de la energía y vitalidad de la fugaz juventud.
IV
Ya en la universidad aquel alumno emplumado había platicado con sus allegados mas próximos sobre la curiosidad generada por el críptico mensaje publicado en conocida red social, el efecto se extendió cual fichas de domino puestas una sobre otra, algunos incrédulos de un ser con semejantes capacidades y otros que anexaban a la historia rumores que habían escuchado previamente, que no habían mas que confirmar y agrandar la información.
A pesar del cuchicheo general de la mayoría (y las ganas de terminar el día de otros) en cuanto se abrió la puerta del salón reino el silencio, aquel mensaje enigmático se materializaba en un ser  de aspecto bonachón y alegre, era pues el profesor E. Andrés Uribe Alpizar.
V
Tras años de experiencia, el profesor sabia con exactitud como ganarse a un grupo de 40 almas reunidas en sillas de aspecto medianamente cómodo enfrente de el.  Las manos sudorosas y los tartamudeos al hablar habían quedado atrás años atrás y ahora su mera presencia bastaba para apaciguar las ondas de energía que se acumulaban frente a el. Con gracia y soltura inicio su monologo…
VI
Después de un rato de escuchar a su ahora profesor, el alumno no sabia como es que no había encontrado la similitud entre su materia y el mensaje del profesor, era tan claro y tan cierto como el agua (y durante sus años como maestro seria un estandarte que no habría de olvidar nunca). Fue ese el momento que lo haría comprender  que había en la enseñanza algo más que una persona hablando mucho y otras treinta entendiendo poco, aquel profesor desde su primer comentario había sembrado una semilla, quizá inconscientemente, quizá no; semilla que germinara como una motivación constante para ese alumno durante sus años venideros.
VII
Aquel día había sido uno mas como muchos dentro de la vida del profesor Andrés, ya en su hogar se disponía a  prepararse unas sincronizadas de jamón con queso amarillo, dos únicamente pues la dieta así lo exigía. Había sido pues un día común para el, había vertido solo un poco de sus conocimientos en nuevos recipientes que lo veían con cara de asombro con cada palabra que expresaba. Después de sus sincronizadas se dirigió a la computadora para revisar que ocurría del otro lado del monitor. El efecto estaba logrado, aquellos recipientes habían captado el mensaje, el profesor Andrés sonrió y apago la computadora, al día siguiente debía dar clases y había que prepararse…

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